Maristella Svampa y el capitalismo caos

La humanidad vive tiempos de descuento. Se ha convertido en una fuerza que impacta en términos destructivos en el tejido de la vida. Es una alarma que ha saltado hace bastante tiempo. La gravedad de la crisis climática y el colapso ecosistémico son evidentes. El coronavirus viene a poner de relieve las enormes desigualdades que se han consolidado en este sistema y, por otro lado, la importancia de las causas socioambientales. No estamos viviendo un Leviatán climático, pero sí un Leviatán sanitario. Las causas de este fenómeno sin precedentes tienen que ver con la devastación de los ecosistemas, las enfermedades zoonóticas, como lo han explicado tantos especialistas, y también se desprenden del modelo agroalimentario. Las megagranjas industriales que son un caldo de cultivo y de transmisión de estos virus. Es una crisis que abre interrogantes acerca de hacia dónde queremos ir como sociedad, cómo vamos a pensar los vínculos sociales desde ahora en adelante y nuestro vínculo con la naturaleza.

Estamos ante una crisis civilizatoria. Ni hablar de la recesión económica que ya se está instalando en el país. A eso hay que sumar que el virus está llegando a las poblaciones más vulnerables. Estamos a una situación de tal gravedad que queda claro que los sectores que tiene que aportar son los que más tienen.

Durante el confinamiento ha habido más desmonte en el Norte y también en provincias como Chubut, donde se le ha dicho que no a la mega minería, se está aprovechando la crisis para promover la minería como una solución. Insisto con que la transición es un proceso complejo y no tenemos un manual. La vieja imagen de YPF sirvió, a mi entender, hasta los años 70. Hoy los combustibles fósiles no forman parte del futuro. En el caso del litio es diferente, pertenece a los dos mundos. Por un lado, es minería de agua y es altamente insustentable. Para su extracción se utiliza millones de litros de agua en ecosistemas frágiles como son las salinas. Pero, por otro lado, es una de las claves para acceder a energías limpias, libres de combustibles fósiles. Ahí hay un dilema.

Corremos el peligro de avanzar a un colapso ecosistémico de la mano de una derecha radical y nacionalista que propone un cierre cognitivo a través del miedo. En 2011, cuando surgieron movimientos como Ocupy Wall Street o los indignados en España, una de las consignas era “Somos el 99 % de la población contra el 1 % de los súper ricos”. Luis González Reyes, un ecologista español, dice que hay que complejizar esa consigna: hay un 20% de la población que es permeable al mensaje fascista. Entonces, en verdad, somos el 79% versus el 21%. No se puede negociar con los fascismos, al fascismo se lo combate a través de frentes políticos.

#Svampa es Licenciada en Filosofía por la Universidad Nacional de Córdoba, magister en Filosofía en la Universidad de París I y doctora en Sociología por la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales, de París. Es investigadora principal del Conicet y tiene una veintena de libros publicados, entre ensayos, investigaciones y novelas.

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